No hay nada más frustrante que dar vueltas en la cama, mirar el reloj y ver pasar las horas sin poder pegar ojo. Si te repites “no puedo dormir” noche tras noche, no estás solo. Miles de personas viven atrapadas en ese insomnio silencioso que afecta el cuerpo, la mente y el ánimo.
En este artículo, quiero ayudarte a entender por qué te pasa esto, qué puedes hacer para mejorar tu descanso y cuándo es momento de pedir ayuda profesional. Como alguien que ha pasado por noches en vela, sé que a veces la solución no está en una pastilla, sino en comprender lo que pasa dentro de ti.
Dormir no es solo una cuestión de cerrar los ojos. Es un proceso que depende de cómo te sientes, lo que piensas y cómo vives tu día. En muchos casos, la falta de sueño no es el problema en sí, sino el síntoma de algo más profundo.
Lo más común es tener la mente acelerada. “Cuando uno no puede dormir, muchas veces tiene la cabeza llena de preocupaciones”, como me ha pasado a mí. Puede ser el trabajo, las facturas, una conversación pendiente… y aunque el cuerpo está cansado, la mente no se apaga.
Es más común de lo que parece que la ansiedad no nos permita descansar bien, por lo que siempre debemos responder a la pregunta de ¿Cómo saber si tengo ansiedad?, para ir descartando causas del insomnio.
He comprobado que situaciones como la pérdida de un ser querido, una separación o una mudanza también alteran el sueño. El cerebro necesita procesar el cambio, pero de noche se dispara la reflexión. Sin darte cuenta, te encuentras reviviendo el pasado o anticipando el futuro, en vez de descansar.
A veces el problema no es emocional, sino conductual. Dormir con el móvil en la mano, mirar noticias hasta tarde o tomar café por la tarde puede sabotear tu descanso. La higiene del sueño es clave, y pequeños ajustes marcan una gran diferencia.
Cuando empiezas a tener problemas de sueño, lo primero es probar con cambios simples pero efectivos. Aquí te comparto lo que a mí me ha funcionado y lo que recomiendan los expertos.
Una de las cosas más efectivas que descubrí fue la respiración 4-7-8. Inhalas por 4 segundos, sostienes 7 y exhalas 8. Al principio cuesta, pero después el cuerpo lo agradece. La mente se calma y el cuerpo entra en modo descanso.
Otra práctica que recomiendo es la meditación guiada antes de dormir. Puedes usar apps o audios suaves que te lleven paso a paso a desconectar del día. “Yo creo que ayuda mucho la meditación y la respiración consciente”, y lo sigo aplicando cuando la cabeza va a mil.
Si te despiertas en plena madrugada, lo peor es mirar el reloj o encender el móvil. En vez de eso, intenta un escaneo corporal o vuelve a tu respiración. Y si no puedes dormir en 20 minutos, levántate, haz algo tranquilo y vuelve cuando tengas sueño.
A veces, por más que lo intentamos, el sueño no regresa. Y no es por falta de esfuerzo. Es ahí donde un psicólogo puede marcar la diferencia. El insomnio crónico suele estar conectado a la ansiedad, el estrés o incluso traumas no resueltos.
Un psicólogo no solo te escucha: te da herramientas. A través de terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, te ayuda a detectar pensamientos automáticos, romper ciclos de ansiedad y construir una rutina de sueño sólida.
En Madrid, muchos psicólogos ya están especializados en insomnio. Las sesiones son personalizadas, combinan técnicas de relajación, gestión emocional y reeducación del sueño. Si estás en la ciudad, este puede ser el paso que necesitas para volver a dormir como antes.
Si te sientes identificado con alguno de los aspectos mencionados, te recomiendo considerar una sesión de terapia psicológica para el trastorno del sueño. Ya que un profesional, de manera presencial u online podrá escuchar tu caso, analizar tu situación y ofrecerte herramientas personalizadas que te ayuden a conciliar el sueño y mejorar tu descanso.
Si llevas más de 2 o 3 semanas con problemas frecuentes para dormir y esto afecta tu día a día, es recomendable consultar. Cuanto antes lo hagas, más fácil será revertirlo.
La ansiedad puede causar insomnio, y el insomnio puede generar ansiedad. Muchas veces vienen de la mano. Por eso es clave abordar ambos desde la raíz, no solo “tapar” el síntoma.
En muchos casos, sí. Los medicamentos pueden ayudar puntualmente, pero no solucionan el fondo del problema. La terapia ofrece resultados duraderos porque cambia hábitos, pensamientos y emociones que afectan tu descanso.